HISTORIA PARROQUIAL

En 1977 el Pbro. Raúl Figueroa Reséndiz inicia la construcción del Templo dedicado a San Jorge Mártir. Una vez concluida la obra de enormes dimensiones, el 18 de Marzo de 1979, el entonces Arzobispo de Monterrey Don José de Jesús Tirado (+) lo erige como PARROQUIA y nombra a su artífice y constructor como primer Párroco.

En 1989 sucedió al P. Figueroa, como segundo Párroco, el Pbro. Héctor Juan Villarreal Sánchez, quien presidió la Parroquia hasta 1996, año en que llegó el tercer Párroco, el Pbro. Lorenzo Javier Barrera Charles y en el mes de Julio del 2017 se designa al Pbro. Dr. Héctor Mario Pérez Villarreal como cuarto Párroco, quien presidió la Parroquia hasta el 2019, año en que llegó el Pbro. Sergio Lara Soto como actual Pastor de esta Comunidad .

De 1980 a la fecha han colaborado en la Pastoral Parroquial 25 Sacerdotes como Vicarios; así como Religiosas Pasionistas y, desde el 2004, las Misioneras Catequistas de los Sagrados Corazones de Jesús y María que tienen su casa aledaña al Templo Parroquial.

SAN JORGE MÁRTIR

– Historia

Nace en Lydda, ciudad de Palestina, a unos 35 Km. de Jerusalén, hacia el año 200. Huérfano de padre, ingresa muy joven a la milicia romana del Emperador Dioclesiano. Siendo soldado visita los Santos Lugares y se convierte al cristianismo.  Dedica su vida al servicio de Dios y se conservó, por convicción propia, casto para gloria del Señor.  Galerio, Emperador del imperio Romano de Oriente, desata una cruenta persecución contra los cristianos. Jorge, encarcelado y martirizado públicamente, permanece fiel y proclama: “Me importan muy poco las privaciones, el sufrimiento y la muerte, mi vida es obra de Cristo mi Dios y Señor y El me ayudará hasta que llegue a poseerle en el Reino de los Cielos”.

En Nicomedia (Turquía), capital del Imperio de Oriente, es condenado a muerte. El verdugo colocó a Jorge de hinojos, y con el rápido movimiento de su espada, lo decapitó. Todo había concluido. El 23 de abril del año 304 a los 24 años de edad, San Jorge recibía de Cristo en la gloria celeste, la doble corona de la virginidad y del martirio.

– Canonización y Leyenda

En el año 314 el Emperador Constantino, amigo de armas de Jorge, propuso que el mártir fuera nombrado “Hidalgo campeón de la cristiandad”.

La cruz escarlata con fondo plateado, que es el símbolo de San Jorge, se convirtió en la bandera de la cristiandad.

El Papa Gelasio I, aprobó la canonización de San Jorge en el año 494, diciendo:

“Jorge el más fiel soldado de Jesucristo cuando otros ocultaban su religión se aventuró a confesar el nombre de Dios”.

La tradición popular hizo una hermosa historia sobre San Jorge: Como mártir es un defensor de la fe, por eso lo representan como un guerrero. El dragón simboliza el mal, el pecado, el demonio. Como intercesor ante Dios protege a los fieles de todos los males. El dragón, es un monstruo, que representa el caos, lo confuso, lo antinatural, las alas representan el viento, el cuerpo lleno de escamas el agua, la cola de serpiente la tierra, las fauces que arrojan lumbre al fuego, el aliento pestilente son las epidemias. La leyenda de San Jorge cuenta que el dragón vivía en un lago. Cuando salía destruía todo. Para aplacarlo el pueblo le entregaba una joven doncella. Cuando tocaba el turno a la hija del Rey, San Jorge hace la señal de la cruz, desafía al dragón y lo mata con su lanza. Todos se lo agradecen y se convierten al cristianismo.

Esta hermosa imagen muestra la fe, la devoción y la confianza de los fieles en la intercesión de San Jorge ante Dios, para salvarlos de fuerzas y peligros superiores a ellos.

– Oración

Dios eterno y omnipotente que de mil formas te manifiestas a nosotros tus hijos, y eres dador de todo bien, Tú que te revelaste en tu Hijo Jesucristo y de quien todos los Santos son imitadores de tu perfección, concédenos por la mediación de tu santo fiel, San Jorge Mártir, nuestro patrono, la fuerza para luchar en nuestras dificultades, alivio en nuestras enfermedades, y protección en todos los peligros. Por Cristo nuestro Señor, ¡Amén!

SAN JORGE MÁRTIR, ¡ENSÉÑANOS A DAR LA VIDA POR CRISTO!